Nació en la campiña española, si bien sus padres pronto lo
llevarían a la ciudad. Era buen estudiante y sus profesores estaban contentos
con él.
Era normal físicamente, pero su forma de pensar, era distinta
a la de los demás niños de su edad. No por eso se lo tenía creído, si no, al
contrario, era sencillo, modesto, humilde, odiaba meterse en disputas y sobre
todo, amaba la verdad.
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En la escuela, los demás niños se burlaban de él, porque se
creían mejores. Seguramente no tendrían otra cosa mejor que hacer: estudiar,
jugar y dejar el mundo correr.
Vivía su vida con sus amigos, padres, y vecinos. Era
trabajador, entendido e inteligente, pero como todos los niños, un poco
rebelde.
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Creció y sus amigos seguían burlándose de él, porque no
comprendían los sentimientos de una persona que iba a lo suyo, no ofendía a
nadie.
Su afán, desde niño, era mejorar el mundo, echar una mano en
este menester, que comparte con muchas personas hoy en día: voluntarios,
Asociaciones humanitarias, O.N.G. etc, etc.
Si lo ves y hablas con tal persona, comprenderás que ese
antiguo niño es una persona de lo más normal.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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