No sé si serán mis ojos o que el mundo está torcido a más no
poder. Nos escondemos detrás de la mascarilla y no hablamos más que lo preciso.
Con la cosa de llevar la cara tapada, no se conoce apenas a
la gente, la cual se aprovecha de la circunstancia, para no saludarte y
hablarte lo menos posible.
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Estamos, por lo general, tristes. Parece que nos sintamos
culpables, de lo que está ocurriendo y ciertamente es posible que lo seamos. A
alguien hay que echar la culpa y no va a ser al gato.
Las cosas van cada día peor, ya sabéis, lo del corona virus y
a este paso pronto estaremos en un nuevo y duro Confinamiento. No echo la culpa
a médicos ni científicos. Nos la echo a nosotros mismos, que no sabemos o no
queremos saber qué hacer para librarnos del bichito.
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Quizá no es tan difícil como parece, no es fácil desde luego.
Solo haría falta un poco de colaboración de todos.
El virus está en el aire, en el viento, pues pidamos al
viento que se lo lleve, pero para eso tenemos que poner cada uno un poquito de
nuestra parte.
Por ejemplo, nosotros vamos al médico y este nos manda unos
medicamentos. Nosotros tenemos que tomárnoslos ¿no? Pues una cosa así es el
virus.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA JUÁREZ.
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