Es inmenso, desde el Atlántico al Pacífico, pasando por el
Índico y los dos polares. Mi amor es como la espuma del champú, que se crece
con el agua, por eso lo comparo con el agua de los mares. Tengo amigos en todas
partes del mundo, pero por eso no me vanaglorio de mi poder, que es como las
olas del mar, no se termina nunca.
Yo amo mucho a las personas como símbolo de los seres vivos.
Los animales y las plantas, también son dignos de ser queridos, por eso yo los
admiro y tengo presentes en mis escritos. ¿A quién no le gusta un animal o una
bella flor?
El mar es muy grande y es grande mi amor por las personas de
los cinco continentes. Es más rico quien más amor, por eso yo soy afortunado.
No se come con el amor, pero ayuda mucho.
Todo el dinero del mundo, no vale lo que una relación
amistosa con las personas. Vale más el saludo de un amigo que un doblón de oro.
El mar de mis amores nace en cualquier sitio del mundo y no
muere jamás. Va de persona en persona por todos los caminos, dando alegría a
aquel que lo quiere acoger. Se siente dichoso con un apretón de manos o un beso
en la frente.
Daría todo lo que tengo por ver la cara de alguien, a quien
no conozco, cuando le saludo afectuosamente y le abrazo como si de mi padre o
madre se tratase.
Que la luz de mis ojos no se apague nunca, como la vuestra y
que vivamos felices, llenos de amor y para siempre, en el mundo y más allá de
él.
Reto a cualquier persona, que no tenga amor, a que se
enfrente a mi cariño por el mundo y sus habitantes. Que el calor que mi corazón
irradia se propague por el mundo entero y que llene de alegría a todas las
personas de bien y que nuestro proyecto no tenga fin.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.