Es algo que no todo el mundo se puede permitir, ni siquiera
esporádicamente. Es un placer cambiar el menú de casa y comer fuera en un
restaurante, aunque sea barato y no a la carta, sino un menú barato.
Yo no soy muy pudiente, pero, de tarde en tarde, me gusta
cambiar de ambiente, por ejemplo, comiéndonos una paella con mis amigos en el
jardín, con mis amigos Pepe y Antonio. Cuando cobre la extra de invierno,
quiero traer a mis padres a que disfruten un poco, en el restaurante citado y,
de esta manera, que mi madre no tenga que fregar los platos ese día.
Ustedes diréis que me pego la vida padre, pero no es así. Yo,
por las mañanas, me dedico a andar y a la vez hago la compra. Luego almuerzo y
me voy a la asociación, a pasar mis artículos a ordenador, mandárselos a mis
contactos, publicarlos en Facebook y guardarlos en un pendrive. En los ratos
libres, ayudo en casa y, como ahora, me pongo a escribir.
Los sábados también voy a Al-Farala y los domingos me voy a
desayunar con mi amigo Pepe, unos churritos, que compramos una semana uno y
otra semana el otro y los gastos también los pagamos a medias. Yo me río con
Pepe porque no me da ni un cigarro de más. Una vez da uno y otra el otro.
A mi me gustaría compartir ese poco de dinero que me sobra
con los más pobres. Yo doy alguna limosnilla, pero poca cosa. Si diésemos un
poco más cada uno, el mundo estaría de otra manera.
Pero aquí estamos para hablar de comer. Yo he comido dos
veces en el papulinos, que es un restaurante de cierta categoría. Una vez con
Pepe y otra vez solo. Me pedí, las dos veces, un filetón de ternera lechal, que
estaba para chuparse los dedos, y una buena ensalada.
Por lo demás, yo he comido fuera por exigencias del trabajo,
ya que he sido camionero y comía donde daba la hora de comer. Siempre un menú,
no a la carta, no como en el papulinos que me puse morado.
No muchas veces he comido yo fuera. Siempre que podía, me
llevaba la comida de casa, que es más sana y económica.
Si un día puedes, aprovéchate, date un homenaje con tu
familia o amigos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.