Son las personas que más nos quieren. Desde antes de nacer,
especialmente nuestra madre, se ocupa de que estemos contentos y sanos. Cuando
mamá está embarazada, se alimenta bien, no hace grandes esfuerzos y da largos
paseos con papá, porque mientras ella anda, el futuro bebé duerme en su seno.
Uno vez ha nacido, es el rey de la casa y todos los mimos van
para él. Todo el cuidado de ellos para él es poco. Los alimentan, los visten de
la mejor manera que pueden.
Si papá viene de trabajar, lo primero que hace es preguntar
por el niñ@ y darle un beso a mamá. Ambos se desviven porque no le falte de
nada.
Caricias y besos, no le faltan y regalos como ropita y
juguetes, para que sea feliz en sus primeros días. El cariño en la pareja no
debe disminuir por la llegada del retoño, en beneficio de toda la familia.
De la forma de tratarlo depende, en parte, el futuro del
bebé, que día a día irá creciendo y necesitando distintos cuidados.
Al principio depende totalmente de sus padres, que le darán
de comer, lo mimarán, lo cambiarán de pañales y de ropita (para que siempre
está sequito), lo lavarán…
Le hablarán cariñosamente, le harán reir y todos los mimos
serán pocos para su bebé, que es la alegría de la casa. Lo llamarán por su
nombre, para que él mire cuando se le llama. Poco a poco irá aprendiendo a
hablar y a andar, que es cuando están más graciosos.
Lo irán educando cariñosamente, para que sea un niñ@ modelo.
Si mamá trabaja fuera de casa, pronto lo tendrán que llevar a
la guardería, cosa que no gusta, por lo general a los niñ@s. Debemos procurar
de que no llore y no lo hará si sus padres lo quieren con locura, si la
cuidadora lo sabe tratar. Debe irse preparando, educando para, el día de mañana
ser un hombre, una mujer de provecho.
No hay nada más dulce, que ir viendo de crecer a nuestros
hijos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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