Es un tren maravilloso en el que montamos todos cuando
nacemos, nos lleva por bellos paisajes, ciudades monumentales, pasamos junto a
lagos preciosos, vemos animales de todas las especies, bajamos a valles,
pasamos por desiertos y junto a mares, visitamos los polos, con sus hielos…en
fin, que hacemos un viaje de ensueño, por todo el mundo y vemos todo lo bello
que hay.
No hay persona que no se suba en este tren, paradisiaco, que
lo mismo va despacio que a gran velocidad. Su destino no tiene fin. En él va
gente de todas las naciones, de todas las razas, niños, mayores, ancianos que
van compartiendo un viaje inenarrable.
Aquí hay sitio parta todos, te puedes montar en cualquier
estación. Cuando subas, ya seas niño o mayor, no te querrás bajar, porque es
cómodo y en él puedes realizar todas las cosas, que hace cualquier persona en
toda su vida, desde comer y beber, hasta de disfrutar de vacaciones pagadas. Te
puedes bajar en una estación, visitar esa bella ciudad y volver a montar y
proseguir el viaje hacia el país del nunca jamás.
Puedes viajar con la familia, con los amigos y con quien te
apetezca. Aquí cabemos todos, no tiene aforo limitado. Todos los viajeros se
llevan bien. Aquí no caben los malos modos, las rencillas, los enfados y la
mala gente. Es un tren para viajar y disfrutar.
Si alguien no te cae bien, te vas a otro vagón, que seguro
allí encontrarás amigos, compañeros de viaje, con los que habar, tomarte algo
en la cantina del tren y proseguir el
viaje hacia otro país, donde conoceremos
gentes extranjeras, pero que hablan nuestra lengua.
Lo más bonito del viaje es que no cuesta dinero. No tiene que
llevar la cartera, para pagar el viaje, la comida, la bebida, la ropa y toda
cosa que podamos necesitar.
En el tren viajan gente de todos los oficios, desde
albañiles, carpinteros, fontaneros hasta
políticos, jueces, banqueros. Cada uno cumple su función, pero no cuesta
trabajo trabajar. Este es el tren de la VIDA.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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