Es mucho mejor que ser pesimistas. Ya sabemos que todo no nos
va salir bien, pero si vamos pensando en que nos saldrá mal, hay muchas más
posibilidades de que así sea.
No cuesta trabajo ni dinero ser optimistas. Ir diciendo, para
sí, hoy me va a ir la cosa bien y si pone un poco de empeño, la mayoría de las
tareas, le saldrán bien y habrá sido un día positivo.
Mientras que si vas pensando que todo te va a salir mal,
aunque algunas cosas te salgan bien, no disfrutarás de ellas. Porque tú mismo
te habrás amargado la existencia. No se le puede echar la culpa a nadie, son
cosas del destino o que nosotros forzamos el destino, pero, por favor, forzarlo
favorablemente y no hacia la desdicha.
Yo no puedo hablar mucho, porque soy más bien pesimista, pero
a pesar de todo confío en que los planes salgan bien.
Hay que ser optimistas y pesimistas, una mezcla explosiva,
difícil de entender. Me explico: no podemos pensar que todo nos va a salir
bien, porque luego nos salen algunas cosas mal y nuestro ánimo se viene abajo.
No se puede pensar que todo nos va a salir mal. Por lógica,
algo saldrá bien, como antes dije, no disfrutaremos de esos momentos buenos,
que a buen seguro ocurren cada día.
No se trata de ver el vaso medio lleno o medio vacío, está
medio y no hay que darle más vueltas al asunto.
El optimista hace las cosas sin pensárselas, primero una,
luego otra y otra…y no se acuerda siquiera de la mala suerte o pesimismo, hace
su trabajo a gusto y punto.
El pesimista va cabisbajo, diciendo para sí: “que mala suerte
tengo”, cuando si mirase hacia arriba, vería las cosas, realmente como son,
cada una de su color. Vería a ese amigo que le saluda.
No se puede negar que la vida, en una sociedad globalizada,
como la nuestra, es difícil, pero por eso no podemos venirnos abajo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.