Se inventaron para que haya entendimiento entre las personas,
para que si existe un problema dado, lo solucionemos dialogando y que no sirvan
para vejar a las demás personas.
Son innumerables y según como se usen sirven para halagar o
despreciar al contrari@. No quiere quien las inventó, que sirvan de arma
arrojadiza para otras personas, si no que sean una vía de comunicación, para
cuando las cosas van mal.
Cuando todo va bien, todo son vítores de alabanza para
nuestra familia, amigos, allegados y para todo el que se cruza en nuestro
camino. Las palabras sanan o hieren. Si sanan sean bienvenidas, si hieren no se
deben decir a ninguna persona.
En el seno de una familia, si hay entendimiento en ella, todo
puede ir maravillosamente, pero si no lo hay, las palabras son armas
arrojadizas, que dañan al contrari@.
Muchas veces, el dinero y el poder, tienen la culpa de que
las cosas vayan mal. Cada cual mira su interés personal y no se puede decir que
sin querer, lo hacemos adrede.
Lástima que existe el dinero, que hace pelear a las gentes
por él. No debiese existir, y que cada uno comiese de lo que trabajase y no se
aprovecharan de los pobres trabajadores, que apenas tienen para susistir.
Pero es ley de vida, tiene que existir la compra y la venta
de artículos, donde los poderosos se aprovechan vilmente de los asalariados,
para llenar su saco de oro.
Poco les importa a estos señores, la salud física y mental
del que sale a buscar la vida suya y de su familia. El mundo es un campo de
concentración, donde el pobre es avasallado, humillado, vejado, violado y mil
adjetivos más, por parte de los soldados.
Estos, con sus armas de fuego o de poder, mancillan el dulce
nombre de personas sencillas, que solo quieren vivir en concordia, con todas
las personas, que se crucen en su camino.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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