sábado, 31 de agosto de 2019

SER OPTIMISTAS


Es mucho mejor que ser pesimistas. Ya sabemos que todo no nos va salir bien, pero si vamos pensando en que nos saldrá mal, hay muchas más posibilidades de que así sea.
No cuesta trabajo ni dinero ser optimistas. Ir diciendo, para sí, hoy me va a ir la cosa bien y si pone un poco de empeño, la mayoría de las tareas, le saldrán bien y habrá sido un día positivo.
Mientras que si vas pensando que todo te va a salir mal, aunque algunas cosas te salgan bien, no disfrutarás de ellas. Porque tú mismo te habrás amargado la existencia. No se le puede echar la culpa a nadie, son cosas del destino o que nosotros forzamos el destino, pero, por favor, forzarlo favorablemente y no hacia la desdicha.
Yo no puedo hablar mucho, porque soy más bien pesimista, pero a pesar de todo confío en que los planes salgan bien.
Hay que ser optimistas y pesimistas, una mezcla explosiva, difícil de entender. Me explico: no podemos pensar que todo nos va a salir bien, porque luego nos salen algunas cosas mal y nuestro ánimo se viene abajo.
No se puede pensar que todo nos va a salir mal. Por lógica, algo saldrá bien, como antes dije, no disfrutaremos de esos momentos buenos, que a buen seguro ocurren cada día.
No se trata de ver el vaso medio lleno o medio vacío, está medio y no hay que darle más vueltas al asunto.
El optimista hace las cosas sin pensárselas, primero una, luego otra y otra…y no se acuerda siquiera de la mala suerte o pesimismo, hace su trabajo a gusto y punto.
El pesimista va cabisbajo, diciendo para sí: “que mala suerte tengo”, cuando si mirase hacia arriba, vería las cosas, realmente como son, cada una de su color. Vería a ese amigo que le saluda.
No se puede negar que la vida, en una sociedad globalizada, como la nuestra, es difícil, pero por eso no podemos venirnos abajo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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