Es el principal evento lúdico y de diversión, que tiene la
ciudad de Málaga. Lástima que se celebre en el mes de más calor del verano y no
se pueda disfrutar todo lo que sería deseable. Por otra parte, si fuese en
invierno, llovería y estropearía la fiesta aún más.
Está la feria de día, en el centro de la ciudad, pero la que
tiene más éxito, es la de noche, en el Real, a las afueras de la capital. A
ella acuden masivamente turistas españoles y extranjeros.
Este año va a contar con dos o tres días más que otros años,
desde el jueves, que fueron los fuegos artificiales, hasta el domingo de la
semana siguiente, para que no falte la diversión de los amantes de la feria.
En el Real hay circo, conciertos, las clásicas atracciones de
feria, tómbolas, casetas y un sinfín de sitios donde gastarse el dinero, pero
eso es lo de menos, lo importante es divertirse.
A mí lo que me gustan más son los caballos, en carrozas
adornadas de abanicos de colores y flores. También están los caballos para
montar. Much@s se visten de campero y de gitana, con muchas flores de colores.
El solo hecho de dar un paseo viendo las casetas (adornadas
para la fiesta), las carrozas, los caballos, la noria, la casa de los espejos,
el tren fantasma y las atracciones de riesgo, hacen merecer el dar una vuelta
por la feria.
El lado malo de esta fiesta es que, algunos, aprovechan para
beber alcohol en demasía y pueden formarse tumultos, donde tenga que intervenir
la policía. Esperemos que esto no ocurra y que cada uno viva la fiesta a su
manera.
La feria tiene una gran repercusión económica. Se mueve mucho
dinero y eso es importante para la ciudad, que está falta de divisas para el
Ayuntamiento y da trabajo a muchas personas, aunque sea tan solo por diez días.
Los que más disfrutan de la feria son los jóvenes y muy
especialmente los niñ@s, que se pasean en los “cacharros”, que hacen la delicia
de todos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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