Lo que por otra parte es normal, con la cantidad de males que
hay por las calles, que donde menos te lo esperas, nos pueden robar, agredir
sin motivo alguno y a las mujeres violarlas.
Hace uno una pregunta, porque necesita algo y te responden
con otra: ¿Eso porqué?¿Para qué…? Y no digamos si es por teléfono, con lo de
llamadas que nos hacen ofreciendo seguros, móviles y mil cosas más. La verdad
es que, a veces, preferiría uno no tener móvil.
Va uno por la calle y desconfía de la gente que no conoce.
También es normal, por lo de malas cosas que ocurren cada día. Las noticias, si
eres desconfiado, mejor no verlas, porque crean en la persona miedos a cosas
que no existen, que pueden terminar en enfermedad.
No digo yo que se fíe uno de todo el mundo, pero eso se
conoce en la cara. La persona que está planeando algo malo, si te fijas bien,
se lo notas en su forma de proceder.
Si digo yo que con la persona que nos cruzamos todos los
días, por el barrio, en el supermercado, en el autobús…seamos amables y si se
tercia, echemos un ratito de charla. Cosas como estas son los mejores momentos
del día, que bastantes problemas nos traerá.
Desconfiamos hasta de nuestra propia sombra. Vamos por la
calle pensando en: “Mira ese la cara que tiene (Porque no va afeitado), y a lo
mejor es costumbre suya”. O:”Mira que grupito, le daré un rodeo”. O bien vamos
mirando hacia atrás, porque no nos fiamos de quién pueda ser. Muchas veces
nuestras sospechas no son fundadas.
Somos desconfiados, porque esta sociedad está podrida, de
gente que no quiere trabajar, porque le pagan poco, o simplemente no busca ese
trabajo, que no le va a sacar de apuros, pero tendría para comer.
Yo también desconfío de algunas gentes, pero si va uno
preocupado por lo que le pueda pasar, lo de cosas que le puedan ocurrir, pues
sencillamente, no saldría a la calle.
Seamos valientes y salgamos a la calle a triunfar.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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