lunes, 26 de agosto de 2019

LA RESACA


La feria, lo que debía ser una fiesta lúdica y de ocio, se ha convertido en una merienda de negros. Pagamos abusivamente por oir un concierto, pasearnos en las atracciones de feria, muchas veces de riesgo, de donde salen personas lesionadas. Pero es su gusto, qué le vamos a hacer.
Hay quien pide un préstamo para ir a la feria, y claro, luego hay que pagarlo y nos encontramos sin dinero, para comprar los productos de primera necesidad: comida, ropa, calzado…Bueno, es su gusto, nadie va a quitárselo pero que no vengan ahora pidiendo, robando y alterando una sociedad que quiere vivir en paz.
Es una vergüenza las jóvenes, borrachas, hartas de droga, tendidas en el césped, con los pechos fuera y los tíos follándoselas, porque no tiene otra palabra. Los padres las dejan ir en pandilla y acaban haciendo sexo no deseado. Si una se queda embarazada, a ver quién es el padre. Que lo busquen o se aguanten con un bebé, que no tiene culpa que exista esta desvergüenza.
Hay botellas de vino por todos lados, papeles y toda clase de basura, que pagaremos todos por quitarla, mediante impuestos, que eso no se les olvida cobrar y a lo mejor yo no he pisado la arena de la feria.
Aquí mismo, donde escribo, hay una chica que se ha roto el tobillo, en una atracción de riesgo, pero no parece importarle, porque lo pasó bomba con sus amig@s.
Ahora toca pagar la cuesta de “enero”, en septiembre. El que no tenga, tendrá que robarlo al que tiene lo justo para vivir. No entra en mi cabeza esto de las fiestas masivas, donde se gasta lo que no se tiene. Todo por presumir, de que yo estuve en la feria y lo pasé de puta madre.
Todo cuando lo único que hizo fue comer comida mala, a precio de oro y eso si emborracharse vergonzosamente, con sus amig@s y bailar, montar a caballo y en carroza, en un ambiente que no es el propio de una fiesta, sino de una desvergonzada juerga, insisto, donde todo vale, con tal de divertirse a costa de los demás.
Después de 10 día de feria, ya está bien, ahora a trabajar y pagar los platos rotos, de lo que podía ser una fiesta familiar, donde disfrutar, que todo es preciso, bailar, cantar y llenar la barriga, pero que sea de cosas sanas, no de las polquerías que se venden en la feria: carne pasada de tiempo, pollos de cualquiera sabe cuándo y mucho alcohol, que trastorna las cabezas y ya no sabemos lo que hacemos.
Los únicos que sacan tajada de estos eventos, son los organizadores, los feriantes y cono no, el cabildo, que cobra buenos impuestos, por tener a la gente contenta y es que somos tontos de remate, porque no sabemos lo que queremos.
Está bien hacer una fiesta, pero hagámosla en un buen restaurante, con la familia. Comamos cosas de calidad garantizada y bebamos alcohol, pero el justo, que luego se calientan los ánimos y vienen las no deseables peleas, por querer ser mejor que el otro.
Bebamos con la comida agua, que es lo más sano del mundo y tras ello, brindemos con champám, por lo bien que lo hemos pasado.
Eso sí, después de beber, no cojas el coche, porque puedes tener un accidente y ya está aguada la fiesta.
Regresa a casa en taxi o en autobús, que para eso los pone el Ayuntamiento. Habrás pasado una velada inolvidable, habrás cantado, reído, bailado y todo lo que te pide el cuerpo.
Parece que no tenemos conciencia, vamos a lo loco. Venga vamos a lo la feria que allí hay diversión por un tubo y te encuentras con una “tajada”(borrachera), como un piano y con el dinero gastado.
Ahora toca trabajar, para pagar el derroche, y no te quejes, que has sido tú el que ha querido ir a la dichosa feria.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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