jueves, 30 de agosto de 2018

EL JARDÍN DE LOS DESEOS

No me vengo a referir a los deseos morbosos, sexo ni sensuales. Me refiero a los deseos del alma: vivir feliz y para siempre, no tener que trabajar, no tener necesidades carnales (comer, beber, sufrir enfermedades y tener que ser sanados), tener que salir de casa, tener que buscar pareja, nacer, crecer y luego morir.
Lo que yo deseo es amar y ser amado, por ángeles como nosotros , cuando subamos al Cielo, no sufrir miedos, no pasar falta de nada, vivir con todos mis hermanos en completa armonía, no tener que tomar medicinas, no tener que comer y luego deponer.
La completa felicidad está más cerca de nosotros de lo que creemos. La tenemos al alcance de la mano y está presta a venir por nosotros como prometiera Jesús: “no temáis que ni un cabello de vuestra cabeza se perderá”.
Ahora no nos podemos imaginar como será eso, porque andamos sumidos en las necesidades de esta vida, que son muchas. Allí no existen. Estaremos saciados de todo. Aquí estamos de paso, de prueba, a ver si somos capaces de sobreponernos a los deseos de este mundo: grandeza, tener de todo y sobrado, ser mejores en todo, cuando lo que Dios quiere es que seamos humildes y ayudemos a los más desvalidos.
Cuando menos lo esperemos, todo eso estarás aquí.
El dinero no es buen consejero. Dice Jesús: Es más fácil que un camello entre
el ojo de una aguja, que un rico entre en el Cielo”” Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie viene  al Padre si no es por mí”.”Buscad y hallaréis””Pedid y se os dará””El que se enzalza será humillado, el que se humilla será enzalzado”. Él cumplió y cumple su promesa, que es estar por nosotros.
                                                                                                               JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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