Por muy precaria u opulente, que sea la vida de una persona,
siempre tiene uno o varios dones, que la naturaleza le ha regalado y que le
sirven para ser distinguido, tener clase (unos más que otros), vivir a gusto,
gustar a los demás y en definitiva, sentirse bien, en esta sociedad dura,
austera, que no tiene sentimientos para los más desfavorecidos. Para esos, yo
les digo: tú como yo tenemos nuestro don.
El más bonito, sin duda, es el don del amor, el cariño, la
amistad, la alegría, la humildad, la sencillez, el don de compartir, de reir,
de ser juguetones, amables, simpáticos, dadivosos, felices, de conformarse con
poco, el de hacer amigos, el de la elegancia, el de tener buen gusto, el de la
lealtad, el de la fidelidad, el del compañerismo, el don del señorío, el de
gentes, el de sabiduría, el de la gracia…
Tod@s, hombres y mujeres, tenemos nuestro/s don/es. Andamos
por el mundo felices, de que somos dignos ante las demás personas. Trabajamos
en lo que queremos y muchas veces en lo que nos impone la sociedad. Aun así,
seguimos adelante, nada nos para. Luchamos, a diestro y siniestro, por nuestro
bien y el de la demás gentes.
Vivimos en paz y concordia con todos y procuramos no meternos
en malos royos, que turben nuestra paz interior. Paz, que gran palabra, implica
tanto. No la olvides jamás, que la paz interior es la paz del mundo. Si todos
tuviésemos paz, no habría guerras en el mundo y desgraciadamente hay muchas.
Cada persona, con su don o dones, es importante. Nadie es escoria
o gente que no sirve para nada. Todos valemos para algo y sobre todo, somos
personas, respetables y que debemos respetar a tod@s.
Una persona puede mirar a otra con un poco de envidia. Quieto
parado: mira a ver lo que tienes tú y no tiene la otra persona. Si los dones de
los dos los ponemos en una balanza, no sabemos para que lado se inclinará.
Seamos felices, vivamos tranquilos, que esto tiene arreglo,
con un poco de buena voluntad.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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