martes, 7 de agosto de 2018

UN CAPITÁN DE 7 AÑOS


Había una vez, en un lejano país, un niño que con sus 7 años, ya era capitán de los tres ejércitos. Sus soldados eran muchos, por todo el mundo y sus armas eran la paz y la concordia, entre los hombres y mujeres del mundo.
El niño era muy inteligente, veraz y contundente en sus deliberaciones con su ejército. Tenía un ayudante mayor, que le corregía si se equivocaba en sus decisiones, que eran realmente sabias.
Vivía como todos los niños, con su padre y su madre. Nadie sabía del poder de decidir, ante un problema, que tenía este niño. Pasaba entre la muchedumbre de la ciudad. Él sabía quien eran sus soldados y estos, que él era el capitán. Se veían en un amplio salón, que es el mundo y allí tomaban las decisiones pertinentes, sobre los asuntos a tratar.
Todos veían en él un niño normal, pero él se sabía capitán y tenía poder para mandar en su ejército, que eran los hombres y mujeres buenos del mundo. Su lucha era constante, día y noche, por una paz que algún día se hará realidad.
El mundo, para este chiquillo está en guerra, unos contra otros, pero él tiene el arma capaz de vencer, junto a sus soldados, esta guerra inútil, inservible y absurda.
En el colegio, el niño era de los primeros, por no destacar. Aprobaba las asignaturas casi sin estudiar y sus profesores se maravillaban, de un niño tan inteligente.
Vivía alejado del mal, que era su enemigo y contra quien luchaba. Sus soldados eran fieles y le conocían, por el brillo de sus ojos.
Todos luchaban por la erradicación de la hipocrecía en el mundo, por la verdad, por la honestidad, la paz…
Este chaval no era arrogante ni presumido, era humilde, sincero, trabajador, y consciente delo que tenía en sus manos: el bien del mundo.
Si algún día te lo encuentras, salúdale, pídele un consejo, que él estará encantado de dártelo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario