No somos, muchas veces, capaces de improvisar. Quizá por eso
nos salen nuestros asuntos mal. Ante una situación dada, hacemos lo que tenemos
por costumbre y no lo que realmente conviene en ese momento.
Si alguien nos da un consejo, lo tomamos o lo dejamos, pero
siempre tendemos a hacer lo que tenemos por costumbre hacer y por eso, quizá,
nos salen las cosas mal.
Esto es malo, porque parecemos robot y no seres racionales,
personas capaces de cambiar nuestro destino y cambiar el mundo con nuestro
libre alvedrío, o sea la forma de hacer algo.
Cuando vamos a algún sitio siempre cogemos el mismo camino y,
a lo mejor hay otro más indicado, para los planes que tenemos para hoy. Eso
mismo, hoy es lo importante, mañana ya se verá.
Solemos decir que tenemos que hacer tal o cual cosa y no
puedo entretenerme en hacer otra. Por eso quizá, algunas veces las cosas nos
salen mal, cuando con un poco de esfuerzo podemos cambiar nuestro sino.
Cuando vamos de camino hacia algún destino, siempre vamos por
las mismas calles, cuando por otras atajaríamos nuestro recorrido. Todo ello
por miedo a equivocarnos y temer que todo nos salga mal.
Hay que ser valientes y prudentes al mismo tiempo, con eso
conseguiremos un día a día más innovador y divertido.
Con la edad se aumenta el riesgo de hacer lo de costumbre y
seguir siempre los mismos caminos, con lo que se hace monótona la vida.
Cada cual que proceda según él crea conveniente y no sea
manipulado por nadie y que deje, algunas veces de hacer lo acostumbrado, que
deje de ser un robot andante por esta vida y tiempos que nos ha tocado vivir.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario