Hace 40 o 50 años, los campesinos cada uno tenía su
plantación, bien huerta, cereales, garbanzos…Todo ello se ha perdido porque las
grandes plantaciones hacen que aquellas no sean rentables. No pueden competir
con ellas.
El minifundio ya casi no existe. Ahora los latifundistas
ocupan todo el mercado, con lo que se pierden muchos puestos de trabajo. Hoy se
hace todo a máquina, ya sean hortalizas, trigos o cereales en general.
El mundo avanza y hay que cambiar la azada por el tractor o
la recolectora.
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Todo ello hace que los productos sean más baratos, pero los
campesinos se quejan de que venden sus productos a bajo precio. Todo se lo
llevan los intermediarios.
Ellos venden sus cosechas por unos céntimos el kilogramo y
nosotros, los consumidores, los pagamos en los comercios a un euro o más. Esto
está muy mal organizado. Deberían poner algún remedio.
El Gobierno debería poner límites a estos precios para que la
ganancia fuese repartida.
Muchas veces, los campesinos, hacen lo que han llamado
“tractorada”, que no es ni más ni menos que salir con sus tractores por las
carreteras, protestando por la situación descrita, pero ni de esta forma les
hacen caso. Es una pena, no hay derecho.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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