Cada vez son más escasos los pájaros pequeños, en el campo y
en la ciudad. Ello es debido a los venenos que echan los campesinos, en sus
sembrados, para matar la mala yerba que aquellos se comen y, sin remedio,
mueren.
Se podían buscar herbicidas, que no mataran a estas pequeñas
aves, que habitan tanto en el campo como en la ciudad.
Yo los cazaba (entonces no estaba prohibido), con trampas, mi
madre me los freía y estaban riquísimos.
Yo no conozco las especies, solo algunas como las tórtolas y
los mirlos, que son de mediano tamaño. Estaban también los pequeñines como el
petirojo…
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Menuda alegría cuando veía que había cogido alguno de ellos,
sobre todo los más grandes. También se están perdiendo las perdices, preciosas
aves en colorido, en canto y preciadas por los cazadores y que habitan nuestros
campos. Se repoblan con aves de criadero, para que no se pierda la cacería,
deporte que practican mucha gente.
El campo y la ciudad estaba vivo con estas aves, que ahora
tristemente están desapareciendo. Está también la tórtola turca, que se ha
acostumbrado a vivir en nuestras ciudades.
La tórtola española, que ya no se ve revolotear por esos
campos, y que como los demás, alegraban un paseo por el campo y que era pieza
preciada por los cazadores.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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