Cuando me vas, sonríe, para que yo sepa que te alegras de
verme. Nos saludaremos afectuosamente y tras eso, seguiremos nuestro camino. El
mío es el tuyo.
Llévame en tu corazón como yo te llevo a tí, que no seamos
amigachos, si no amigos con todas las de la Ley, que no nos dejemos, el uno al
otro, abandonados como quien abandona a un perro.
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Que nos queramos, como se quieren a unas alpalgatas viejas,
que son las preferidas de todos, que nos veamos cuando nos asomamos al espejo,
yo en tí, tú en mí.
Que la vida nos sonría, como hacemos nosotros mutuamente, que
cada día sea una alegría para nosotros, que los problemas sean lo de menos en
nuestras vidas.
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Que la confianza sea nuestro lema, la de la buena, la de
buenos amigos, como tú y yo, que siempre vivamos felices, como dos bebés, que
solo quieren comer, pasear y dormir.
Que aunque nos conozcamos de poco, sea como si nos
conociéramos de toda la vida.
Que hacernos un favor, sea un honor para nosotros y no una
pesadilla, como los malos amigos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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