sábado, 30 de junio de 2018

PRÍNCIPES Y PRINCESAS


Había una vez un reino, más allá de este mundo, donde solo había principes y princesas. Optaron por no casarse ningun@ de ell@s, porque su amor era tan bonito, que no querían estropearlo con bodas que, al final, quiebran. En aquel reino no había nadie superior a nadie.

Reinaba la PAZ, el AMOR, el buen hacer, el cariño, la amistad mutua y tenían todo lo que se puede desear, no una persona cualquiera, sino un príncipe.
En aquel reino no había días ni noches, no hacía frío ni calor, no era necesario comer ni beber, porque estaban alimentados para siempre. No había enfermedades, nadie sentía dolor ni pena, por nada ni por nadie.

Era un mundo perfecto, nadie era jefe de nadie, porque no era necesario trabajar. No había que dormir, todo el tiempo era para disfrutar.

Tenían la eternidad en sus manos. Vivirían para siempre y no había nadie malo por allí. Todos eran más buenos que personas, eran príncipes o Ángeles de un Cielo que era suyo y la LUZ los guiaba.

Su rostro era de luz resplandeciente, que alumbraba todo el Reino. Este Reino no tenía fin y sus habitantes no envejecerían ni morirían jamás. Allí estaban todas las personas que han pasado por este mundo, pero vivos, no muertos, como cree mucha gente.

Todo el tiempo (que no existía), pues era Eterno, era para hacer las cosas que más gustan a cada un@, que se regocijaba con la presencia de un número de hermanos, que nadie sabe contar.

No había la posibilidad de salir del reino, ni de que entrase alguien de otro reino malo, que nos rondó en vida, en la Tierra.

No había ni niños ni personas mayores, todos eran adultos, maduros y por ellos el tiempo no pasaba.

Nadie tenía miedo de nadie, porque todos eran buenos y no hay posibilidad de que nadie se volviese malo, agresivo o indecoroso.

La luz del CIELO los alumbraba y ninguno quería irse de allí.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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