Puede ocurrir en cualquier edad, pero suele ser de pequeños, por
la educación de los padres y de los profesores a los niños, que empiezan a amar
a Dios entre juegos y oración.
Los padres les enseñan el Padrenuestro y que Dios nos quiere y es
un ser superior a nosotros, que nos ama desde el Cielo y que su hijo Jesús vino
a rescatarnos al mundo, con su enseñanza y ejemplo.
Que eligió a sus doce primeros Apóstoles, a los que mandó por todo
el mundo a predicar la palabra de Dios y que escribieron el Nuevo Testamento,
que es la Biblia, pero con palabras más sencillas y entendibles por nosotros.
Los niños van asimilando estas cosas y las van poniendo en
práctica con los Sacramentos, que nos hacen recordar en todo momento en nuestra
vida, que no estamos solos, que alguien vela por nuestra salud
espiritual y moral.
Empezamos con el Bautismo, enseñándoles a nuestros hijos que Jesús
también se bautizó en el río Jordán, por Juan el bautista, predecesor de Jesús.
Les enseñamos a nuestros hijos, que en esta vida, estamos de paso
hacia el Cielo, que debemos amar a Dios, como nuestro Padre que es, que nos
quiere y quiere salvarnos del mal de este mundo, que es nuestra casa
temporalmente.
La Fé es un bien que no todo el mundo tiene. Hay personas que
viven y no la conocen, pero eso no significa que no amen la vida y a los demás,
como hermanos que somos y nos debemos respeto desde niños hasta que muramos.
La vida nos va enseñando como debemos de comportarnos desde niños.
Hombres y mujeres nos amamos como Jesús nos enseñó.
Los niños nos pueden dar lecciones de como tenemos que proceder
ante los problemas de la vida, que es, o que está creada para que nos salvemos
del abismo, de las tinieblas, que son el mal del mundo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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