No porque haya llovido este invierno y primavera
generosamente en casi toda España, debemos desperdiciarla, porque es un bien de
y para todos. No solo sirve para el uso doméstico, sino para regar en el campo
los frutales, la huerta en general, los cereales, el girasol, los invernaderos…
Entre todos hemos de ahorrar agua. Aquello de “ya está
lloviendo para la gente del campo”, no es real. Cuando llueve, se limpia la
atmósfera, las calles, quita enfermedades como la gripe, la alergia…En fin, que
no es solo para beber, ducharse, hacer la comida, fregar los platos, lavar la
ropa, limpiar la casa…
Tanto en el campo como en la ciudad y pueblos, debemos
ahorrar agua. En casa, no abriendo el grifo a tope, cuando nos duchamos, cerrar
el grifo mientras nos enjabonamos, poniendo una cisterna de media y entera
capacidad, no tirar de esta por gusto, no poner el lavavajillas o la lavadora a
media carga, no regar en exceso los jardines, cuando lavamos el coche y un
montón de cosas que se nos pueden ocurrir.
Este año ha sido generoso en lluvia, por lo que debemos dar
gracias, porque, si no además de subirnos la tarifa, nos cortan el agua cada
instante y no podemos hacer las cosas de casa, mientras duran estos cortes.
Muchos de los pantanos están llenitos y seguirán estándolo,
mientras dure la nieve, que se está descongelando ya.
Debemos ahorrar el líquido elemento, ahora que tenemos, para
que nos dure e incluso sobre, de ahora hasta las próximas lluvias, que serán el
próximo otoño-invierno. No debemos pensar: “por un poco de agua no pasa nada”.
Un poco, de más de cuarenta millones de españoles, son muchos litros de agua.
En el campo también se puede ahorrar: no abriendo la acequia
o los sistemas de riego a tope…
No vale fregar los platos con el grifo abierto. Cuidar de que
las piscinas no cambien el agua más de una vez al año. No es de ahorrar el
ducharse tres veces al día.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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