En este planeta me refiero. Sin embargo, cada día, mueren
miles de personas, miles de niños por inanición en el mundo. Esto se debe a la
globalización política en que vivimos. Cada cual, que tiene suficiente quiere
tener más y más y los pobres cada día menos.
La tierra es fértil, en la mayoría del planeta y mana agua,
pero los pobres no tienen medios para cultivarla, ni armas para cazar y mis
niñitos mueren de hambre para que yo pueda tener dos pares de zapatos.
El problema es de todos los que tenemos que no les mandamos
medios y personas voluntarias, para que les ayuden a sobrevivir. ¿Dónde están
los voluntarios, creyentes o no, para que se vayan a vivir con ellos?¿Quién da
la limosna a las asociaciones no gubernamentales, como cáritas, médicos del
mundo…para que puedan realizar sus tareas?
Son muy pocos los que donan bienes o dinero para los
descritos fines. Eso si, a los países en guerra, no les faltan armas, para que
se maten unos a otros, en beneficio de los países ricos. No les deis armas,
dadles comida, ropa, hacedle pozos para que tengan agua potable y una choza
donde vivir. También médicos, medicinas y un poquito de cariño.
Si en el primer mundo un hombre mata a un niño o a otro
hombre, lo meten en la cárcel un montón de años. ¿Cuantos años de cárcel
merecemos los que dejamos que mueran miles de personas al día, impunemente?
Los gobiernos tienen mucha culpa de esto anterior, pero en
democracia, el gobierno reside en el pueblo. Apliquémonos el parche y empecemos
a mover ficha en esta partida, que es de todos.
No hace mucho que salieron en un programa de televisión, unos
reporteros que se propusieron comer de lo que encontraran en la basura, en un
barrio de clase media y lo consiguieron. Comieron plato de primero, de segundo
y postre. Queda demostrado que tiramos lo que a otros salvaría la vida.
Todo es cuestión de concienciarse y de aportar cada uno un
poquito, para evitar tan tremenda injusticia, que nadie quiere ver ni
implicarse. Esto es una vergüenza, para todos los que estamos sobrados de todo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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