martes, 19 de junio de 2018

INFIDELIDAD


TSegún la estadística, los hombres somos más infieles que las mujeres. Pero ¿qué es la infidelidad? No es solo el hacer el acto sexual, sino también tocamientos, caricias, besos en los labios, coqueteos y hasta masturbación, o mirar con deseo a ese hombre, a esa mujer.

Diréis que siendo así, todos somos infieles. Por desgracia si, unos más, otros menos, todos caemos en la trampa y pensamos: “que buena está esa tía” o “que hombre más hombre”.
A los hombres nos gusta mirar a las mujeres y no sería malo si no la deseáramos, pero la mayoría de las veces, lo hacemos.
Las mujeres dicen que quieren sentirse guapas y se ponen ropa sexy ¿para qué? Pregunto yo. Pues para que los hombres las miremos, por lo tanto no es correcto su proceder.
Es prácticamente imposible ser infiel a tu pareja o evitar, si no la tienes, el pecado que supone cada uno de los casos de infidelidad descritos.
Se puede, perfectamente, estar hombres y mujeres juntos sin cometer fallos, que nos llevarían por caminos tortuosos, como violaciones, madres solteras y sin compañero, separaciones y divorcios de  parejas, sexo por dinero…
Si cumpliéramos estas cosas, seríamos perfectos en el tema. No es así porque sino no nacerían los suficientes bebés, que vendrán a sustituirnos en este mundo imperfecto. Lo que si podemos hacer es reducir al mínimo esos deseos morbosos, que nos llevan por el mal camino.
El trato hombre con mujer puede ser muy agradable, sin cometer fallos. Y lo es. Yo me trato con mujeres y no las deseo, pero muchas veces veo a una mujer bonita y bien hecha y caigo en la tentación, sobre todo cuando van enseñando los pechos o con ropa traslúcida o muy ajustada, o es una mujer hermosa, o bien va provocando.
De cualquier forma, estamos condenados a entendernos y este entendimiento es más agradable, cuanto más fieles seamos.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.odos, prácticamente, nos creemos la persona más inteligente del mundo y en cierta manera, tenemos un tanto de razón, porque en nuestro oficio, trabajo o quehaceres, nadie sabe mejor que uno mismo del tema.
Mi ánimo no es ofender a las personas que por sus estudios, trabajo que realizan o la brillantez como ilustre persona, si no dignificar a aquellos que nadie alaba  y que, sin embargo, hacen su tarea en silencio y son unos número uno en su profesión.
Por estas razones, que nadie se crea el único, que somos siete mil millones de habitantes en el planeta y cualquiera de nosotros puede ser tan inteligente o más, que esos que brillan por sus obras en la vida.
No es de ser inteligentes el ser arrogantes, presumidos ni esos que se vanaglorian a sí mismos, sino más bien, las personas que son sencillas desenfadadas y que odian meterse en problemas que a ningún sitio llevan.
Que no vaya nadie a menospreciar a un barrendero, a un albañil, un mecánico, un fontanero…porque en su trabajo son brillantes y nadie sabe más de él, que ellos. Vuelvo a repetir que admiro a la persona que tiene dos o tres carreras universitarias, a los políticos y, sobre todo a la gente de bien.
 La inteligencia es un don que tiene toda persona. Otra cosa es que brille más o menos, de cara a los demás. El hombre o la mujer que piensa, que razona las cosas antes de hablar, que es simpático, agradable y que no se mete en la vida de los demás es, sin duda, digna de ser puesta en un pedestal imaginario.
Cualquiera que lea estas letras, seguramente, pensará que soy un creído. No es así, sino todo lo contrario. Eso si tengo buen ojo para distinguir el bien del mal, el inteligente del que lo es menos…
Hay personas que son obstinados, que creen saber de todo. Déjalos que sigan su camino, pues cada uno tenemos nuestra parte de verdad. El tiempo demostrará si tenían razón o no. Yo soy uno de ellos, y lo reconozco que soy testarudo, pero escucho la razones de los demás y no los desprecio. Vivo mi vida y dejo que los demás vivan la suya, como libres que somos todos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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