Cuando somos muy jóvenes y encontramos nuestros primeros
puestos de trabajo, nos esforzamos al máximo, rendimos todo lo que podemos,
bien para que no nos despidan, por ganar mucho dinero o ambas cosas. A nuestro
patrón se le cae la baba, viéndonos producir mucho, nos dará incentivos
económicos y se llevará muy bien con nosotros.
Estamos fuertes, sanos y con ganas de trabajar, pero no nos
damos cuenta de que cuando tengamos 30 años más, estaremos rendidos y nuestro
cuerpo no dará para más. Sin miramientos, nuestra empresa nos despedirá y no
tendremos edad de jubilarnos. Nos encontraremos sin nada.
Tendremos entonces 50 o 55 años, una familia que mantener y
nos costará encontrar trabajo, porque ya no rendiremos como con 20 o 30 años y
al empresario le da igual. Contratará a otros que le hagan la faena. Esto
ocurre en trabajos que requieren esfuerzo físico, pero también los que se hacen
con máquinas y las nuevas tecnologías.
De algunos países asiáticos deberíamos aprender, que cada
cierto tiempo, las empresas hacen un descanso, para hacer gimnasia de
mantenimiento.
Esto es muy sano y conviene a los trabajadores, a las
empresas y a los países.
Los trabajadores descansan, se relajan, se sienten mejor y
rinden más, lo cual conviene a las empresas.
Los países salen beneficiados, porque no tiene que jubilar a
las personas anticipadamente, que sería ruina esas las naciones. Los
trabajadores ganan en salud y en beneficios económicos al sentirse bien física
y psíquicamente.
Hay que trabajar con las manos, pero también con la cabeza.
Esto lo digo por experiencia, porque yo de joven he trabajado mucho. He vivido
desaogadamente y ahora estoy jubilado. Mi suerte es que mi último trabajo fue
en la EMT, que hace a los trabajadores un buen seguro. Además cuando yo me
jubilé, las leyes en España, para con los trabajadores eran muy distintas a las
de ahora.
Tenlo en cuenta, trabaja, pero seguro y sin esforzarte en
exceso.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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