Caminamos todos, sin darnos cuenta de que podemos dar un paso
en falso y caer por él, perdiendo así la vida, que es lo más bonito que
tenemos. Esta vida de que hablo es la vida del alma, alma preciosa que todos
tenemos opción de conseguir.
Nosotros andamos por la presente vida, sumidos en nuestras
cosas, nuestros problemas y no pensamos en el más allá, que es la verdadera y
eterna VIDA, que nos está esperando.
Mientras llega o no vivimos en la tierra, donde estamos de paso.
De vez en cuando deberíamos pensar lo que será de nosotros cuando llegue el día
de nuestra muerte. Podemos vivir tranquilos, pero haciendo el bien a los demás,
que es lo que nos catapultará al Cielo.
Todo esto parece muy difícil, pero si lo hacemos bien, lo
conseguiremos. Solo es cuestión de hacer, cada uno, su trabajo, con una sonrisa
en los labios y sobre todo pensar, en algún momento del día, en aquel que nos
creó y nos espera con ansiedad, como parte de Él que somos. Aunque parezca
mentira, nos quiere mucho.
Todos los sufrimientos y penas que estamos pasando, en este
mundo agridulce, desaparecerán y llegará la esperada gloria, de la que tanto se
habla y que ninguno sabemos que es y donde está.
Por ahora hemos de dedicarnos a nuestras tareas cada uno y
tratar de hacerlas bien. Nada más. Lo demás ya vendrá. Tan solo tenemos que
pensar, un poco, cada día, en el más allá.
Igual que tratamos a nuestros hermanos, a nuestra familia y
amigos hemos de tratar a los desconocidos, con cariño, que estos nos devolverán.
No debemos de pensar nunca que los que no se hablan con nosotros, por el motivo
que sea, son más malos que nosotros.
Hombres y mujeres del mundo que leéis estas palabras, no las
echéis en saco roto. Meditadlas en vuestro corazón y si halláis algo de verdad
en ellas, me haréis muy feliz.
Todos somos similares ante los ojos de Dios.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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