En esta vida unas veces se pierde y otras se gana. Es ley de
susodicha vida. Es más fácil perder que ganar, sin embargo, hay que lo optar
por lo segundo, porque sino estamos perdidos. A este último caso todos nos
amoldamos. A todos nos gusta ganar, salvo algún masoquista que haya por ahí
suelto.
Hay quien tiene buen perder y se
conforma, con una sonrisa en la cara. Sin embargo otros se irritan cuando
pierden, cosa muy normal entre humanos. Tenemos que jugar a ganar, ya que es
absurdo jugar a perder. Esta idea no tiene ni pies ni cabeza. Un ganador nato
se toma la vida con filosofía. Se ríe cuando pierde en algún proyecto que tenía
previsto hacer.
Al despertarnos por la mañana decimos: hoy voy a hacer una
serie de cosas. Suerte tendremos si de dichas cosas, la mitad de ellas nos
salen bien. Hay que acomodarse a esta dicha o desdicha, como cada uno lo quiera
ver.
Un deportista, de cualquier modalidad, juega a ganar y, si pierde,
hay algunos que incluso lloran. No hay que tomarse estas cosas tan en serio,
tenemos que jugar deportivamente. Se debe decir: yo juego y, si gano, muy bien
y, si pierdo, qué le vamos ha hacer. Otra vez ganaré.
Yo tengo muy mal perder. Me gusta ganar siempre, si bien
comprendo que esto no puede ser. Que el mundo no puede girar alrededor de mí,
sino más bien lo contrario.
El protagonista o los protagonistas aquí no soy yo, sino que
sois vosotros. Quisiera entrar en vuestros corazones y ver que hay dentro, para
poder escribir cosas que os puedan servir de algo en vuestro quehacer diario.
Algunos confían en la buena suerte, pero como he dicho en
otras ocasiones a la suerte hay que salir a buscarla, o sea que tenemos que
luchar para que nos bendiga, dicese que no podemos quedarnos con los brazos
cruzados.
Hay que luchar y luchar, cada día, por las cosas que deseamos
que nos ocurran. Seguro que de esta forma nos irá mucho mejor.
Todo es cuestión de no pensarse mucho las cosas, sino actuar
tranquilamente y con decisión.
JOSÉ ANTONIO MERIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario