martes, 19 de junio de 2018

LA LUZ DEL CIEGO


Sus ojos no pueden ver este maravilloso mundo de color que Dios nos brinda, pero su corazón ama como el de cualquier persona y aun más al ser invidente sus sentidos se agudizan y quiere a los demás con un amor especial.

La ONCE le brinda la posibilidad de ganarse la vida vendiendo cupones, que nunca tocan, pero a él o ella los hacen felices en este mundo austero.
Su vida es como la de los demás, viven, se casan, tienen hijos que no tienen porqué ser ciegos. La vida a oscuras es menos bonita. Ellos se tienen que conformar con cuatro sentidos, pero se las arreglan muy bien, con su garrotillo o perro guía van por todos lados, eso si, sin ver las maravillas que el mundo nos brinda.

 Su amor es especial, ya que no pueden ver las cosas que tocan o huelen, pero la persona es la misma que otra cualquiera. Su cariño, como digo, es especial, aman los olores, los tactos, los gustos y los ruidos o música como regalo de Dios que son.

No por ser ciegos son minusválidos, se las arreglan la mar de bien con sus cupones, su garrote y, en su caso, con el perro guía. Suben a los autobuses y se sienten importantes en un mundo que es de todos.
Que todos brinden el cariño que ellos tienen y sean como ellos son, serios leales, amables y amantes de una vida que está hecha para todos.

Peor lo tienen los sordo mudos, por ejemplo, que no se pueden comunicar contigo, nada más que por señas.

Que Dios les ayude a llevar una vida normal, conviviendo con las demás personas, haciendo un equipo de luchadores que no se rinden nunca, que trabajan por un mundo mejor, dentro de sus posibilidades en todos los sentidos y de su corazón.

Debemos ayudarles cuando van a cruzar una calle, cuando se desorientan y cuando necesitan ayuda que nosotros le podemos brindar con un mínimo esfuerzo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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