Los días van pasando, pero la cuestión no es que somos un
poco más viejos. La cuestión es que somos un poco más sabios y, sobre todo, que
esos días no hayan pasado en balde. Que hayan sido aprovechados y que no
pensemos que somos unos viejos, sino un@s chic@s, marchos@s y con gana de
jarana.
No cabe duda que tenemos más edad, pero lo importante es
sentirse joven. No pensar que me duele aquí o allí, sino aprovechar el tiempo.
Salir a la calle, con paso firme y reírse de la edad.
No vale estar todo el día llorando, diciendo que tengo tantos
más cuantos años. Se dice el sí, los tengo, pero estoy hecho un chaval. Hago
todo lo que puedo dentro de mis posibilidades y disfruto como nadie de la vida.
No cuesta dinero estar alegre, reírse de la vida y vivir
alegremente. Esos dolores que todos, con cierta edad, vamos teniendo serán
menos si no nos acordamos de ellos. Incluso pueden mejorar con una dosis de
alegría, de ganas de vivir, de luchar por un mundo y una vida mejor.
Todos no somos lo mismo, pero hay que echarle valor, a
nuestra existencia. Hacer las cosas que más nos gusten y no rendirnos nunca,
que, quizá, lo mejor de nosotros está por llegar.
Hay que disfrutar de la compañía de familiares y amigos.
Profesa esta filosofía, que es contagiosa y veras que lo bueno de la vida es
eso, estar vivos, alegres…Debemos ser simpáticos y no desaboridos.
Hay personas de avanzada edad que salen, de buena manera, con
buen talante, cada mañana a dar un paseo por su barrio. Que necesita un bastón,
pues lo lleva y aquí no ha pasado nada.
Lo que no podemos es estar todo el día quejándonos: “me duele
aquí, me duele allí y es que tengo tantos años. Lo mío no tiene remedio”.
Si se siente uno mal, va al médico, que le dará la medicina
más apropiada a sus síntomas. Lo que no podemos es estar todos los días en su
consulta. Nuestra mejor medicina somos nosotros mismos, la alegría y las ganas
de vivir. Ánimo y a disfrutar.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario