Hoy, como cada dos meses más o menos, nos toca pelarnos a mi
padre y a mí. Mi madre me pela a mí y yo pelo a mi padre. Tenemos una máquina
de pelar y nos ahorramos unos euros.
Normalmente todo va bien, pero hoy, cuando estaba yo a medio
pelar, abrí la máquina para limpiarla y se le cayó una pieza. Lo malo del
asunto es que yo no sabía ponérsela.
Se cayó al suelo, se la puse y no quedó
bien.
Yo ya me veía a medio pelar, buscando un peluquero que
rematase la faena. Lo malo del caso es que hoy es domingo por la tarde y todo
está cerrado. Se iba, la gente, a reír a carcajadas de mí.
Menos mal que pude ponerle, con trabajo, la pieza y mi madre
pudo terminar de pelarme. Yo, en verano o en invierno, me pelo al cero. Así me
dura más el pelado y estoy descuidado más tiempo.
Me gustaría llevar el pelo largo, pero tengo dos coronillas y
dos o tres remolinos y no me lo puedo peinar. Por eso me pelo corto y me va
bien.
Aquí no acaban las anécdotas. Me puse a pelar a mi padre. Él
se deja un poquito de pelo, pero yo no me di cuenta y no gradué el largo del
pelo y empecé a cortar. Cuando noté mi error, se lo dije a mi padre que se
enfadó un poco. Ya no había remedio. Había pelado un trozo de su cabeza.
Ahora está de moda llevar el pelo corto, incluso algunas
mujeres. Algunos se afeitan y todo la testa, por lo que no es raro que yo me
pele así. Por la calle los conocidos me dicen: “te has pelado ¿no?” y yo les
contesto: “un poco ¿se nota?” Y es que la gente tiene ganas de guasa.
Hoy, cada cual va como le parece. Hay libertad. Unos llevamos
el pelo muy corto, otros normal y otros se dejan melena.
En España vivimos bien. No hay tabúes en cuanto a como va uno
y eso es bueno, siempre que no se ofenda a nadie.
El que más, el que menos se defiende bien económicamente.
Vivimos a nuestro aire y tratamos de hacerlo en concordia con todos. Españoles
e inmigrantes.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario