Se pueden contar múltiples historias. De un lado, el citado
peluquín puede suplir la carencia de pelo de un señor dado, con cierta
eficacia. Por otro este señor se puede agachar, fallar el pegamento del citado
peluquín, con lo que dicho señor quedaría en una evidencia vergonzosa, al
quedar descubierta su mollera. Ay, con lo bien peinadito que estaba el pibe. Se
tendrá que agachar, coger el peluquín y ponérselo de cualquier forma en la
testa, que puede quedar (el peluquín), lo de atrás para adelante y parecer que
tiene dos cuernos de pelos feísimos.
El presumido señor quedaría en una evidente vergüenza inenarrable.
La gente diría: “míralo, tan peinadito y resulta que es calvo”. El caballero se
tendría que bajar de su caballo y montarse en un burro, que es más apropiado
para un “señor” con cuernos en la frente y falta de mechones por detrás.
Sería divertidísimo, el ver a tan bien ataviado caballero jugando
con su peluquín. El pobre daría algo por tener un espejo y colocarse su peluca
en su sitio y en condiciones y salir así del feo trance.
No con buenas ideas se acordará del peluquero que le aseguró que “
aquello” no podía fallar, pero falló y el pobre quedó ante la gente,
desmelenado y en el más cruel de los ridículos que una persona puede quedar .
Una buena señora, entre risas y risas, le presta su espejo de
mano, para que el pobre señor pueda ponerse en condiciones su estimado
peluquín. Sin querer llamar mucho la atención de la gente, cabisbajo, se
alejará de la muchedumbre que se arremolinaba para ver tan divertido
espectáculo.
Desde este día, del divertido, pero cruel acontecimiento, el
señorito se pone en su peluquín pegamento, no de pelucas, sino super glue tres.
Lo que no sé es como se las apañará a la hora de quitárselo,
porque este si es un buen pegamento, pero no para peluquines precisamente, sino
para otras cosas.
Si usas peluquín ten cuidado con lo que haces.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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