sábado, 29 de febrero de 2020

UNA ROSA Y UN CLAVEL


Son una mujer y un hombre que se juntan, cuando son jovencitos normalmente, para unir sus personas y formar una familia nueva. Si están de acuerdo tendrán hij@s.
Se conocen, como digo, desde jóvenes y le echa el ojo el uno a la otra, y la otra que se deja que la miren con cariño, y ya está el asunto empezando y durará toda la vida.
Se prometen fidelidad en el matrimonio, cosa difícil de cumplir. El hombre es más infiel que la mujer, generalmente. Si se llevan bien, se perdonarán los pequeños fallos que pueda tener uno u otra.
Los hij@s son el pilar que sostiene esta construcción fuerte, que es el matrimonio. Al tenerlos la mujer, por naturaleza, vuelca su cariño en ellos y el marido queda un poco al lado.
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Este, si es fuerte su amor por su esposa, agrandado por el de los hij@s, superará esta deficiencia de calor de su esposa y se mirará en los ojos de los hij@s, que miran con cariño a papá y a mamá.
Conforme van creciendo los hijos, aparte problemillas, se va afianzando el matrimonio y la familia, que viven felices en esta sociedad austera, pero que nos ha dado un techo y para comer.
Es Ley de Vida, los hij@s crecerán y se volverá a repetir la historia. Esos hij@s, ya muchach@s, conocerán una pareja bien apañada y que sea bien vist@ por los padres de su amiguit@ y si prospera harán abuelos a aquellos primeros jóvenes.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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