Por eso es más sabio el que más vivencias, experiencias, y
actividades hace en su vida. Por eso mismo, muchas veces, contra más viejo, más
sabe de la vida.
El niñ@ mira a sus padres, hermanos mayores y los imita y así
aprende. Cierto es que en el cerebro está la inteligencia, pero esta se
enriquece con los quehaceres diarios.
Se dice: “hoy, los niños nacen sabiendo” y es que heredan los
genes de sus padres, que conforme avanzan los tiempos, son más inteligentes y
más modernos.
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La inteligencia es como una bolsa llena y, cada cual, coge la
que cree que necesita para vivir feliz y desarrollar su trabajo con maestría.
Unos valen para una cosa, otros para otro trabajo, pero tonto
no hay ninguno, si acaso inocentes, que por otra parte, es una lástima una
persona con ese mal.
Muchas veces pensamos: “que tonto que he sido, al no
aprovechar una oportunidad de oro, para hacer algo muy bueno”. Reflexionamos
con el tiempo y decimos: “es mejor que haya sido así, porque si no habría sido
peor para mí”.
La inteligencia reside en el alma de la persona, que se ve
engrandecida contra más humilde, generosa, gentil, bondadosa, caritativa…es
dicha persona.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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