miércoles, 5 de febrero de 2020

EL LOBO DE MAR


No es marinero por casualidad, lo es porque en el mar se siente un poco más libre, sin nadie que le mande qué debe o no debe hacer. El mar es su vida y su forma de subsistencia.
Se levanta de madrugada y se echa a la mar, esperando que hoy sea un buen día de pesca y que pueda traer para los suyos, que los quiere con locura, su sustento.
Prefiere quedarse un día sin comer, que un día sin navegar. No le teme a la mar brava, se encara con ella y navega sin temor, pero con cordura.
Si un día no puede navegar, por el motivo que sea, se queda en tierra arreglando sus redes y pensando cuando podrá, de nuevo, navegar por el ancho mar.
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No teme al agua,  a que las olas pasen por encima de su cabeza. Él echa sus redes, esperando tener buena pesca.
Es intrépido y canta al son de las olas, que son su música favorita, cancioncillas que él mismo se inventa y alardea del cargo que ocupa en esta vida.
Si un día no hay buena pesca, no se viene abajo, mañana será otro día de más suerte y llega a puerto pensando en salir de nuevo a la mar.
Su barco no es grande, pero es el mejor de todo el embarcadero, hasta tenerle envidia sus compañeros, por lo que relucen sus costados, su ancla, su proa y su popa.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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