Me he vuelto más cariñoso, dulce y confiado. No sé qué
bichito me vino a mí a picar que, de pronto soy una persona que habla más con
la gente, que ríe y se burla de la vida.
Qué me vino a mí a pasar, que me olvidé del pasado, y solo
pienso en vivir con mi gente, llena de moral. Yo que no salía de casa apenas,
me veo hecho un callejero, vaya guasa.
Con el pasar de los días, mi mente cambió de repente, no era
el José, era el amigo de la gente. Quién diría que el hijo de Miguel y Antonia,
escribe al son de un clavel y una begonia.
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Y el mundo se puso en mis brazos, no es tontería, es que vine
a juntar lazos. Quizá no me entiendas ni papa, porque a la vida me aferré como
una lapa.
Junto a Juan y a Antonio, sin apenas quererlo, vinimos a
echar de casa al demonio. Que no es brujería, que entre unos cuantos le
dijimos: “Aquí no hay tu tía”.
Era cuestión de principios y de finales, se acabaron la
gripe, la viruela y todos los males. No es que estudié medicina general, es que
por gracia, aquí se acabó el mal.
Pensaréis que soy un iluso inconsciente, pero no, a mí lo que
me gusta es esta gente. En coche, en barco o en avión, me propuse cruzar el
charco, sin ser el más bonito ni el mejor.
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