miércoles, 26 de febrero de 2020

AL PASAR DE LOS DÍAS

Me he vuelto más cariñoso, dulce y confiado. No sé qué bichito me vino a mí a picar que, de pronto soy una persona que habla más con la gente, que ríe y se burla de la vida.
Qué me vino a mí a pasar, que me olvidé del pasado, y solo pienso en vivir con mi gente, llena de moral. Yo que no salía de casa apenas, me veo hecho un callejero, vaya guasa.
Con el pasar de los días, mi mente cambió de repente, no era el José, era el amigo de la gente. Quién diría que el hijo de Miguel y Antonia, escribe al son de un clavel y una begonia.
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Y el mundo se puso en mis brazos, no es tontería, es que vine a juntar lazos. Quizá no me entiendas ni papa, porque a la vida me aferré como una lapa.
Junto a Juan y a Antonio, sin apenas quererlo, vinimos a echar de casa al demonio. Que no es brujería, que entre unos cuantos le dijimos: “Aquí no hay tu tía”.
Era cuestión de principios y de finales, se acabaron la gripe, la viruela y todos los males. No es que estudié medicina general, es que por gracia, aquí se acabó el mal.
Pensaréis que soy un iluso inconsciente, pero no, a mí lo que me gusta es esta gente. En coche, en barco o en avión, me propuse cruzar el charco, sin ser el más bonito ni el mejor.

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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