Las empresas pequeñas difícilmente pueden competir con las
grandes, porque estas compran al por mayor y les sale más barata la mercancía.
Las empresas pequeñas tienen que dar muy buena calidad y servicio para
defenderse ante el poder de los grandes.
Un hipermercado o una cadena de supermercados tienen mejores
precios y tienen toda clase de productos, mientras que una frutería, por
ejemplo, solo tiene fruta y la tiene que vender a buen precio, para hacerle la
competencia a los supermercados.
Una tienda de comestibles tiene tan solo unos pocos productos
y no los puede vender muy caros, porque sino nadie le compra. La ventaja de la
tienda pequeña es que no tiene empleados, que la llevan entre los miembros de
una familia, encargándose cada uno de una cosa: uno es el dependiente, otro se
encarga de traer con coche propio, lo que los repartidores no le sirven y así
llevan adelante el negocio familiar.
Una tienda de muebles grande, tiene su fábrica propia y vende
sus productos más baratos que una tienda pequeña, que tiene que depender de los
almacenes que le suministran.
Un banco pequeño no puede ofrecer los préstamos que un banco
grande, porque no tiene dinero suficiente como para esperar a que le paguen las
cuotas del préstamo.
Un país con una economía fuerte le hace la competencia a un
país pobre, que no puede producir los productos a bajo precio.
El país grande hace coches, electrodomésticos, muebles, alta
tecnología a bajo precio, mientras que al pobre le cuesta trabajo producir, productos
accesibles para el cliente a bajo precio.
Es el cuento del lobo y el cordero. El lobo se come al
cordero, mientras este no puede hacer nada porque esto ocurra.
Es el cuento del nunca acabar, el rico se come al pobre, sin
que este pueda hacer nada para que esto ocurra.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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