lunes, 22 de octubre de 2018

EL SEISCIENTOS


Es el coche típico de los años 70. Con uno que tenía mi padre me enseñé a conducir. Es un coche pequeño, con dos puertas y un poco incómodo, pero hacía el apaño y era duro de pelar.
Salieron muchos y se vendían como rosquillas, porque era duro y económico. No tenía aire acondicionado, ni elevalunas eléctrico, ni regulador del asiento del conductor, ni airbag, ni nada de eso.
El que tenía un dinerillo, se compraba uno y lo llevaba a todas partes. Gastaba como un mechero y uno tenía coche. Tenía dos puertas que abrían hacia atrás y una chapa muy dura.
No tenía luz de marcha atrás, ni halógenos, ni antiniebla, ni cinturones de seguridad ajustables, ni ninguna comodidad, pero hacía el apaño, a pesar de no frenar bien sobre hielo.
Tenía el motor atrás, por lo que era de tracción trasera, pero andaba bien por carretera y caminos de tierra, por lo que la gente del campo, lo compraban y presumían de tener coche.
Tenía cuatro velocidades y alcanzaba 110 Km/hora, con lo que se podía viajar con él por todas partes. Era de la casa seat y era de los más vendidos, junto al 1500.
Yo aprendí a conducir casi solo. Un vecino me dió unas nociones y empecé sacándolo de la cochera y metiéndolo. Luego me daba una vuelta por detrás de mi casa y con catorce años conducía por carretera, acompañado de mi padre.
Mi padre es muy bueno y me dejaba conducir por todos sitios, entretanto me saqué el carnet de conducir. Eso si, siempre acompañado por él. Mi hermano mayor también se enseñó con él.
Solo tuve un accidente con él. Aparté la vista de la calle y me fui a topar con un muro. No sabía como iba a decírselo a mi padre.
Al final todo quedó en una regañina y seguí conduciendo normalmente, con mi novia, que iba a todas partes con ella.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

No hay comentarios:

Publicar un comentario