Si eres
como yo, vamos al monte, que allí no hay ruido infernal de coches y motos, se
respira aire puro, solo se oyen los pájaros trinar y todo es tranquilidad.
Hay
mucha gente que le gusta el campo, vivir en una casita pequeña, con su huerta,
sus gallinas, sus corderos, sus cabras, sus cerdos,…y vivir una vida de
ermitaño, sin bajar al pueblo o la ciudad, tan solo para comprar lo más
imprescindible.
El que
va al campo, repite y si puede se queda. Eso es vida y no la ciudad, que tienes
que ir con siete ojos para que no te atropellen. En las afueras como no te
atropelle un grillo despistado.
Nos
trae a la ciudad el buscarnos el sustento y lo más necesario, pero si eres de
los que tienen la vida resuelta y no precisas mucho de los médicos, vente al
monte Manuel, que aquí se está de maravilla.
Con un
pozo al lado de la casita, para beber y regar la huerta. Te entretendrías en
cuidar a los animalitos. Con ellos tienes leche, huevos y carne asegurada y de
que calidad más buena.
Aquí se
acabó el colecterol y la tensión altos, los estreñimientos. Fuera el stress,
que mata a la persona. Vive tus días tranquilo y sin bullas. Disfruta de la luz
de la luna y de un reguero de estrellas, que nadie puede imaginar de tantas
como son.
Aquí
podrás disfrutar de tu perro suelto y no amarrado con una correa. Aquí no hay
malos olores de alcantarilla. No te aburrirás, porque hablarás, además de con
tu familia, con tus animales que son muy listos.
Entre
almendros y olivos está tu morada. Envidia para todos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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