lunes, 7 de octubre de 2019

LA ESPADA DEL MAL


Lucha desesperadamente con hacerse dueña del mundo, pero no sabe que su enemigo, el machete de la verdad tiene muchas bazas para luchar contra ella y sus allegados.
Cada mañana se levanta el bien, con el único propósito de arrebatarle un cachito de imperio a esa espada, poderosa, pero no invencible, que ya está en declive.
El bien, con su pequeño pero afilado machete lucha por desbancar, cada día a la espada, que día a día va perdiendo fuerzas, las que le quita el puñal, valiente de la verdad.
El puñal nació para matar y lo hará a todo el que se ponga en su camino. La espada anda escondida, no sea que el bien pueda despojarla de su arma, única con la que cuenta para luchar contra el bien.
Es una lucha a dos, uno quedará vencedor, el otro morirá para siempre, en los filos de las armas que ambos portan. Claro está es de más embergadura la espada, pero el portador del machete es listo, audaz y el mejor luchador del mundo y sus aledaños.
Las armas de la espada son ella misma y todos los que la siguen, que son muchos, pero que no amedrantan al pequeño machete, afilado que acabará con la vida de todas ellas.
Lo mismo que el sol brilla más en la tierra que la luna y las estrellas, brilla el afilado canto del puñal, que no duerme, velando porque la espada no ataque a los de aquel.
El afilado canto del puñal es capaz de partir un pelo por la mitad. Mucho más rasgar las vestiduras del mal y dejarla con  sus vergüenzas al aire, donde todos puedan verla desnuda.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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