martes, 1 de octubre de 2019

COMO LA LUZ DEL DÍA


Son los ojos de mi amor. Lástima que tengamos que estar separados físicamente, pero nuestro amor sigue latente en nuestros corazones.
Yo me apodo el escritor y ella la “apañá” y juntos hacemos una pareja de lo que no hay, de amor, de comprensión, de respeto, de fidelidad y apoyo mutuo.
Yo veo en sus ojos la luz del día, aunque sea de noche y ella ve en mi a su hombre que la llevará al más allá donde no existe la oscuridad, que todo es alegría y sobran las penas, no se sabe lo que es el llanto y la tristeza.
Ese sitio está más cerca de ti de lo que tú te crees. Está en el camino de la verdad y la compresión hacia los demás, o sea, en ti mism@ y se llama amor.
Tiene la cara más bella del universo, los ojos azul cielo y acaricia con la mano y parece que te roza el corazón, porque sus manos están aterciopeladas.
Su luz brilla en el firmamento como la del sol y la de todas las estrellas juntas. Suave como la luna, potente como el sol en verano, al amanecer.
Sus piernas son como alas de pájaro impetuoso, que surca los cielos sin trabajo y que es libre como el viento que nace en un punto del planeta y se va a otro llevando de un lado a otro a las nubes, para que rieguen el planeta.
La luz del día eres tú y no terminas jamás. Eres una fuente cristalina de la que fluye el agua clara que apaga mi sed en la estación del verano.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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