No hay cosa más agradable, para el saludante y el saludado,
que un saludo a tiempo. Ya sea buenos días, buenas tardes, hola o más
coloquial: qué haces, mira, qué te cuentas…
Hay que saber a quién se saluda, porque hay personas que no les
gusta que lo saluden personas extrañas y es mejor no hacerlo, pues se molestan
y ni te miran.
Suele hacerlo el que llega a una reunión, bar, casa…Pero si
es bien avenido, cualquiera que lo haga es buen@. Si se tercia, después de
este, viene el diálogo, siempre gratificante para las personas que les gustan
las cosas bien hechas.
No debe ser machacón, pues molesta a cualquiera, debe ser
sencillo, corto, agradable y será gratificante para todos. Alegra el día a
cualquier persona de bien.
Lo mismo que hay personas que no les gusta que las saluden,
hay otras que se enojan si no lo haces y te reciben con una sonrisa en los
labios, que vale su peso en oro.
Los niños, por lo general, te saludan sin prejuicios. Lo
mismo le ocurre a las personas mayores. Los jóvenes son más recatados, aunque
con excepciones.
El saludo a una persona de distinto sexo, sobre todo si el/la
saludad@ se piensa que uno trata de ligar con ellos, es el más difícil que hay
(pero con excepciones también).
Hay personas que además de saludarse, se dan dos besos. Esto
entre mujeres sobre todo, pero también de hombre a mujer e incluso entre dos
hombres, si hay familiaridad entre ellos.
Hay veces que el saludo es darse la mano o un abrazo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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