La que hace mi mamá. Se da un arte al cocinar que se chupa
uno los dedos. Cualquier plato le sale de perlas y es que lleva sesenta años
cocinando para una casa de familia.
Le da en punto especial al cocido, las lentejas, el arroz con
judías, el estofado, la tortilla, el pisto, el en blanco, la crema de patatas o
calabacines, el pescaito frito o a la plancha…
Todo sano y natural, con pocas especias y sal. Hace unas
ensaladas y ensaladillas que quitan el sentido. También ensaladilla rusa,
boquerones al natural y unos postres, además de la fruta triturada, arroz con
leche, natillas, flanes, roscos de vino…
Hace unas tortillas de bacalao, que quitan el sentido y es
que mi madre es una cocinera de agárrate y no te menees.
Lástima que ya está viejecita y tiene muchos achaques, pero a
pesar de los pesares, sigue en la brecha. Ya está para que le cocinen a ella,
pero sigue haciendo lo que puede y más. Le gusta que como nos ha servido a
nosotros, le sirvamos nosotros a ella, porque no se puede valer. A pesar de
todo, todos los días prepara algo para que comamos.
Yo, por las noches, le preparo un sanwich, que ella se come
con agrado. Mi padre solo cena un yogur y mi madre se come otro, ya metida en
la cama, parce que le sustenta más.
La comida de hoy en día es comida basura: las hamburguesas,
los perritos calientes, los camperos, la verdura congelada, la mayonesa o
kechup de bote…
Como la comida de una madre no hay otra igual.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario