Está en nuestras manos. Con solo saludar a una persona, ya le
estamos dando la paz, mucho más si entablamos una conversación amigable, con
esa persona que nos encontramos por la calle en el autobús, en la frutería o en
cualquier otro sitio.
La paz es cuestión de todos. Cada uno podemos poner un
poquito, para que el mundo funcione como tiene que funcionar, o sea bien, con
buenas acciones para los demás.
Empieza en mí. Si yo no hago nada porque todo funcione bien,
no puedo esperar que lo hagan los demás. Si alguien te ve haciendo una buena
acción, te copiará y hará él dos más buenas que tú.
La paz tiene que funcionar todos los días, porque todos los
días vivimos y necesitamos estar alegres, confiados, pletóricos, con ganas de
luchar y vivir amigablemente con todos nuestros conciudadanos.
La paz no se come, pero puede dar de comer a muchas personas
que lo necesitan. Si damos una pequeña limosna a esa persona que lo necesita,
estaremos dando pan y paz al hambriento.
La ignorancia cree que la paz no existe y esto es porque hay
guerra en su interior. La paz sale de nosotros mismos, con ilusión, con ganas
de vivir y con inteligencia para agrandar
al mundo.
La paz es como una rueda, que gira y gira sin parar buscando
la amistad de hombres y mujeres, que juntos construiremos un mundo mejor, para
nosotros y para toda la gente.
La gente se junta para ir al bar, a ver un partido de su
deporte favorito. Se junta porque le gusta estar acompañada, de su familia de
sus amigos e incluso de gente que no conoce de nada. Le gusta compartir aquello
que tiene, altruistamente.
Una fiesta, un cumpleaños, una comunión, una boda, un
bautizo…son motivos para juntarse y disfrutar de la compañía de las personas
queridas y extraños, que juntos construyen la paz.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario