sábado, 28 de diciembre de 2019

EL RICO Y EL POBRE


Había una vez un hombre rico, pero que no tenía amigos. Vino a encontrarse con un pobre, que no tenía para comer. “Buen hombre, me daría usted una limosnita que no he comido y son las dos de la tarde.
Al rico le agradó como tan humildemente le pedía para comer. El rico le dijo: ”ven conmigo, yo te doy de comer a cambio de tu amistad y que seas para mí como un hijo”.
El pobre accedió encantado y tras llenar la panza, se fueron a casa del rico, que vivía solo. Le dijo el rico: “todo lo que tengo lo compartiré contigo solo a cambio de tu amistad, que me seas leal, y compartas tu vida conmigo”.
Al pobre se le abrieron los ojos y dijo para sí: “esta es mi oportunidad, yo le seré fiel y el correrá con mis gastos”.
El rico solo le pedía al pobre que le hiciese algunos recados, pues es de saber que él estaba ya un poco achacoso. El pobre no tuvo ningún reparo en complacer a su benefactor y hacía, con esmero, lo que le mandaba.
Nunca se le ocurrió quedarse ni con un solo euro de lo que el rico le confiaba para comprar comida y hacer sus recados.
La luz vino al mundo para este pobre pedigüeño, que hacía con esmero lo que el rico le mandaba.
Lo vistió con elegancia, lo calzó, le dio techo para que viviese con él, tan solo a cambio de que le hiciera compañía. Vivían en armonía, no como pobre y señor, sino como dos buenos amigos.
Y vivieron largos años, con la luz del pobre y el dinero del rico.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.

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