Es lo que tenemos que tener por nuestros prójimos. No digo yo
por la familia, sino por todas las personas, que son como nosotros. Todos
tienen su corazoncito.
El amor es lo más grande que hay en el mundo. Dos personas
que se aman constituyen un edificio que no derribará ningún siclón, por fuertes
que sean los vientos.
El cariño por los demás es una virtud, que no todos tenemos y
que deberíamos practicar más.
No se aprecia una persona porque sí, se le aprecia porque se
porta bien con los demás. Es cariñoso, bondadoso, servil, caritativo y muchos
adjetivos más que no cabrían en este papel.
Aunque tú no me aprecies a mí, yo si a ti, porque eres
persona como yo y en conjunto formamos la sociedad, que es el mundo.
No debemos pelearnos con nadie. Si uno no quiere, dos no
discuten, porque este se aparta de su camino y no profiere contra él palabras
feas y malsonantes, que hieren a la persona.
Yo aprecio a todas las personas, porque son hijos de Dios,
como yo y no debemos ofender a ninguna de ellas.
Lo contrario del aprecio es el desprecio. Que mal suena esta
palabra. No debiéramos mentarla siquiera.
El amor es más grande cuanto más aprecio hay entre las
personas y no tiene límites. Cada cual es libre de apreciar a sus semejantes
todo lo que sea capaz de amar su corazón.
Que no se diga nunca que una persona no tiene aprecio por sus
semejantes. Los quiere y punto.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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