Es la carne clásica española blanca. De él se come todo. Del
cerdo hasta los andares. De él se aprovecha todo, el magro, la costilla, con la
sangre se hacen morcillas, con los despojos, chorizo, los tradicionales callos,
las asaduras…
Y no hablemos de los jamones y paletillas, que pueden ser de
cerdo blanco o de cerdo de bellota, los más apreciados y caros. Hasta los
chinos se están llevando los jamones para allá.
Lo malo de la carne de cerdo es que tiene muchas grasas
saturadas y producen colecterol, pero alimenta como ninguno.
El cerdo es un animal doméstico, lo tienes en casa, lo
alimentas y cuando llega el día de la matanza, todos a comer morcilla recién
hecha y asada al fuego o el tocino.
La carne de cerdo es muy sabrosa y gusta a todo el mundo,
frita, en el puchero, asada, en albóndigas, salchichas…
El cerdo lo introdujeron aquí los americanos, cuando el plan
marchals, que el país se moría de hambre.
No se debe abusar de la carne de cerdo por lo del colecterol,
es preferible comer de ternera, de cordero y pescado. Siempre asados mejor que
fritos.
El cerdo es muy promiscuo
y de cada camada saca diez o doce cerditos. Para que el macho engorde,
se suele capar.
Dicen que la carne de la hembra es más sabrosa que la del
macho, incluidos los jamones.
Es la grasa más apreciada por todos, la manteca blanca o roja
y las zurrapas de lomo.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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