Hay una canción que dice así: “Escondida por los rincones,
temerosa que alguien la vea, hablaba con los ratones, la pobre muñeca fea. Un
bracito ya se le rompió, su carita está llena de hollín y al sentirse olvidada
lloró, lagrimitas de serrín.
Muñequita, le dijo el ratón, ya no llores tontita, no tienes
razón. Tus amigos no son los del mundo, porque te olvidaron en este rincón.
Nosotros no somos así: te quiere la escoba y el recogedor, te
quiere el plumero y el sacudidor, te quiere la araña y el viejo mastín, también
yo te quiero y te quiero feliz, también yo te quiero y te quiero feliz.”
Y yo me pregunto: ¿No nos habremos sentido alguna vez sol@s y
olvidados como la pobre muñeca fea? Yo pienso que si. En esta sociedad que vivimos
va cada uno a lo suyo y nadie vuelve la cara a los apocados, a los que se
sienten solos, por un motivo u otro. Yo lo digo por mí, porque me siento solo
entre la gente, que no me habla, que no me comprende, que no tiene
sentimientos.
Al que tiene familia y cosas materiales le da igual que haya
quien sufre en silencio. Que no tiene con quien hablar.
Este es un problema del mundo moderno. Cada uno va a su royo
y nadie se acuerda de nadie que no le interese. El mundo “civilizado” está así
y no hay quien lo cambie.
Algún día se abrirán las puertas de la felicidad para todas
las pequeñas almas, que sufren en silencio y aquellos señores/as que hoy ríen
porque la visa les sonríe, llorarán de
pena por el trato que recibimos los por mí, llamados pequeños.
La muñeca fea será restaurada, vestida de gala y sus lágrimas
serán enjugadas con agua clara y será la más feliz del mundo.
Atrás quedarán los días grises, tristes y nos reiremos a
carcajadas, de los ogros que nos han hecho sufrir tanto en una vida que cabemos
todos, ricos y pobres, buenos y malos, feos y guapos.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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