Es la dejadez que tenemos, no para nosotros mismos, sino para
nuestros semejantes, nos hace malos e infelices. Solo pensamos en tener más y
más y los que no tienen, que se apañen como puedan.
Eso no debería ser así, todos tenemos derecho a vivir
dignamente. Mucho más en estas fechas de Navidad, que celebramos la venida de
Jesús al mundo a poner un poco de arreglo. Él nos dejó en nuestras manos la
forma de poner un poco de entendimiento y cariño para los más pobres. Es muy
sencillo: en lugar de tener siete pares de zapatos, tener tres y lo que sobra
dárselo al que anda descalzo.
Se trata también de no pedir más sueldo, si con lo que
tenemos nos apañamos, tenemos para comer, beber, vestir y un techo que nos
cobija. Además tenemos coche y moto y disfrutamos de vacaciones pagadas.
Hay muchas personas que no tienen trabajo y subiendo los
sueldos, menos tendrán. Debemos mirar un poco a nuestro alrededor. Los
inmigrantes vienen con lo puesto. Necesitan trabajar y ganarse el sustento, una
vivienda, un seguro médico para cuando enfermen y todos los bienes que nosotros
disfrutamos.
Si se suben los sueldos, menos cabida tendrán estas personas
en nuestra sociedad. Tendrán que trabajar precariamente, en los puestos más
malos, sin seguro y pasando calamidades.
En nuestra sociedad hay quien no tiene para comer. Acércate a
uno de ellos y dales una limosna, te lo agradecerá en el alma y te dará las
gracias de corazón. Que ellos tengan un poco también para celebrar estas
fiestas entrañables.
Es muy sencillo, dale un cigarro a ese pobre que te lo pide,
invítalo a compartir contigo un cafelito que le quite el frío.
Dios está en el Cielo, ve todas estas cosas y te lo
agradecerá con felicidad para ti y los tuyos. Sé caritativo, que ganarás mucho
más que si no sueltas un euro.
Todo el año sigue la misma pauta, te hallarás agradecido.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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