ENVEJECER

 ENVEJECER 

09-02-2023 

Cuando somos niños nos gusta en ir sumando años para realizarnos en la vida, poder conducir una moto, un coche, tener un trabajo que nos rinda dinero y cosas como esas, pero cuando pasamos de los cuarenta, ya no nos gusta decir la edad, mientras cuando llegamos a los setenta ya nos gusta presumir de yo tengo más que tú y estoy mejor conservado, por ejemplo. 

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El quis de la cuestión es que, a diferente edad, nos parece mucha o poca según la que sea esta. Los niñ@s, cuando son muy pequeños no le echan mucha cuenta a la edad, están distraídos  con sus juegos, el cole, sus amiguit@s… Es cuando llegan a la pubertad cuando ansían ser más mayores. En cuanto a los que tienen una edad media, ya le empiezan a sobrar los años, porque les gustaría tener 25, por ejemplo. Los mayores piensan que los años son soles que van sumando a su cuenta particular. 

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El caso es que nunca estamos contentos con nuestra edad, pensamos que si con más o con menos estaríamos mejor. La idónea va desde los 20 a los 40 años. Con esta edad ya somos adultos y no nos pesan los años, si tenemos trabajo sobre todo y nos podemos desenvolver económicamente, nos podemos casar y nuestra vida es de color. 

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Cuando pasamos de los setenta, empezamos a contar nuestras batallitas a los nietos, si se tienen y a los amigos nos gusta de dar envidia de que si yo estoy mejor que tú y soy mayor. Les dicen unos a otros: “ya verás cuando tengas mi edad”. Cada un@ tiene los que sea y con esos se tiene que aguantar, le guste o no. 

 

El ser humano es muy independiente y no le gusta que lo dominen, quizá por eso los niños quieren ser mayores, los de mediana edad no le gusta que les sean infieles y los mayores presumen de vivencias que son para ellos muy importantes en esta vida. 

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Sea cuál sea nuestra edad hay que tratar de llevarla bien, no estar disgustado ni porque son pocos años ni regular ni muchos, son los que tenemos y punto. En esto de la edad interviene mucho la situación económica, aunque el dinero no hace la felicidad, pero ayuda mucho. No es lo mismo tener para café, que no hace falta, por cierto, que no tener para comer y estar tirado en la calle. 

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También interviene la inteligencia de la persona, que no está reñida con el dinero, pero que si se tiene es más fácil de comprender que somos hombres y mujeres y que tenemos que crecer y envejecer y todo lo demás es una utopía. 

JOSÉ ANTONIO MÉRIDA JUÁREZ.