Con el fin del verano, llega el fin, para muchos, de las
vacaciones del trabajo y también del colegio. Todo ello era tan bonito, que
parece mentira que pueda, de pronto, terminar. Señal que el verano se nos va y
con él la playa, los chiringuitos, los pescaitos fritos o en espetos.
Cuando más a gusto estábamos, a nuestro aire, nos damos
cuenta, de que tenemos que volver al trabajo o al colegio. Es duro, pero hay
que asumirlo. Todo lo bonito termina pronto.
Para muchos es un trauma psicológico, tener que volver a
trabajar. Que le vamos a hacer, la vida es así de dura. Demos gracias a que
tenemos colegios, en los que estudian nuestros hijos, que les dan vacaciones y
demos gracias a que tenemos un trabajo, más o menos bien remunerado, en el que
nos dan un mes de vacaciones pagadas.
No todo el mundo lo tiene. Hay quien trabaja sin derecho a
nada, ni pagas extra, ni vacaciones, ni seguro para el médico. Hay mucho engaño
en el mundo del trabajo.
El derecho a la educación debería ser para todos igual, pero
no, el que es buen estudiante, tiene derecho a becas, con las que se paga sus
libros y utensilios, para estudiar su carrera.
El que tiene malas notas, se lo tiene que pagar todo de su
bolsillo y cuesta caro todo, la matrícula, los libros y los utensilios para hacer su carrera
universitaria, que si es de músico, por ejemplo, vale cara.
Pero vamos a lo nuestro, el fin de las vacaciones, que fueron
tan bonitas como cortas, muchos cogen depresión y todo, cuando ven que tienen
que volver a trabajar.
Peor sería, como dije antes, que no las tuviésemos. Todo el
año currando y las vacaciones se las come el jefe y las pagas extraordinarias,
ídem de lo mismo. Los días de asuntos propios, eso no se sabe ni lo que es.
Hagamos lo posible de que las cosas sigan como están y no
empeoren y no haya trabajo, ni vacaciones para nadie. Todo depende del
Gobierno.
JOSÉ ANTONIO MÉRIDA.
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